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El mar te dara familia (Capitulo 64)

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Makoto esbozaba una sonrisa pícara y optimista, mientras que Byung Park esperaba los ataques de la chica. Ella finalmente dio un par de pasos y pateó hacia el rostro de él, y aunque Park pudo bloquearla, sintió el poder de la joven. El invasor se preparaba para el contrataque, pero se dio cuenta de que había perdido de vista a la joven.

Ella atacó con los brazos a los pies de él, luego se apoyó en el suelo para enviarlo a volar de una patada. Makoto saltó, se apoyó en el enorme muro y desde ahí, lanzó su ataque final, en lo que parecieron dos patadas y un golpe con su palma. Byung cayó inconsciente, como un costal de patatas, frente a sus subordinados.

–¿Con dos patadas le ha hecho esto?

–Si no pudieron ver que fueron más de dos patadas y un golpe, será mejor que se vayan de aquí, podrían terminar peor que él –les dijo Makoto– y debía agradecer que tengo puesto este tonto vestido.

–¿Qué truco has utilizado? –preguntaba otro con incredulidad.

–¿Truco? –preguntó ella y luego carcajeó– esto es una variante del puño del dragón. Xiang Kai-sensei dijo que podría llamarlo, “puño del dragón volador”, pero yo prefiero llamarlo, “El Hellion”.

E igual de rápido que Makoto, Jet acababa con su rival. Andrus había tenido mala suerte de toparse con el espadachín, al menos Makoto u Osore lo habrían dejado vivo. Jet sacudía la sangre de Andrus de la Tsuda Sukehiro. El invasor yacía con un enorme corte en el pecho, aunque todavía tenía un poco de vida.

–¿Qué diablos... fue... eso? –reunió Andrus la fuerza suficiente para hablar, consiguiendo con esto sólo acelerar su dolor.

–Tu katana no era de una gran calidad, y menos contra mi armadura, si no pudiste verla, eso es un secreto, no tengo porque revelarle a alguien mi nuevo colmillo veloz, y menos a alguien que va a morir –Jet se acercó a Andrus, pero sin guardar su katana– ¿quieres una muerte rápida sin apenas dolor, o prefieres sufrir, aferrándote a un milagro? Eres honorable y te dejaré decidir. Si eliges lo segundo, simplemente me iré de aquí.

–Haz lo que quieras, ya no me importa –respondió Andrus. Jet entonces alzó su espada y estuvo a punto de cortar la cabeza del invasor, pero se arrepintió. Bajó la katana y la guardó. Al principio no supo por qué. No es que fuera compasión, sino más bien miedo.

–“¿Qué diría Natsuki si me viera haciendo algo así?” –pensó de pronto– “¿o Fuu, o Shinta?” –sus nakamas, sobre todo aquellos que tenían una mente más noble y pura, pasaron por su mente al tiempo que caminaba, alejándose de esa puerta y yendo hacia la principal de la ciudad Imperial– “no es necesario que le mate, no tengo necesidad de derramar más sangre de la necesaria. ¿Por qué antes lo hacía?” –se preguntó, fastidiándose a sí mismo– “no soy el mismo de antes”.

En la habitación del trono, se encontraban un par de guardias, Huang, Blaze y Xiang Kai, esperando a que todo terminara o a que alguien se apareciera por ahí. La más impaciente era precisamente Madame Kai, no porque así fuera su personalidad, sino porque ella también quería pelear y hacer algo por su pueblo; aun así, sus hombres decidieron protegerla y no dejar que ella pudiera estar en peligro.

–Tía, debo salir a buscarlo –le dijo Huang a Xiang Kai– es mi deber.

–Para nada es tu deber –respondió ella– ese hombre no ha dejado a nadie con deudas, y mucho menos a ti, es mejor que te tranquilices. Además, si llegase a presentarse aquí, preferiría que tú no pelearas con él, no es prudente.

Huang iba a responderle a Madame Kai, pero no encontraba palabras. La miró con un gesto de enfado, pero también de súplica. Aun así, no dijo nada, se quedó callado. Al mismo tiempo, a Blaze le afectaba la atmósfera, pues el extrovertido capitán pirata tampoco estaba muy hablador esa noche.

Xiang Kai estaba por sentarse en su trono, cuando se quedó paralizada, su rostro cambió, sus ojos se profundizaron y se incorporó nuevamente. Comenzó a mirar hacia varias direcciones sin encontrar nada.

–¿Qué sucede tía?

–Alguien está aquí, lo sé, pero no puedo saber dónde.

–¿Te estás oxidando, onee-san? –se escuchó una voz que parecía provenir de todos los lugares del salón– llevo ya un buen rato por aquí y apenas acabas de notarme. Tu vida de lujos te está pasando factura.

Luego, cerca de la puerta del salón, comenzó a juntarse una sustancia que tenía un color negro, casi púrpura. Ésta fue acumulándose hasta tomar una forma totalmente humana. Finalmente apareció un hombre. Totalmente calvo, con ojos pequeños, rasgados. Era alto y vestía un chaleco negro con dorado y unos amplios pantalones blancos, también con detalles dorados.

–¿Qué crees que haces aquí, Lao? –preguntó Xiang Kai con tranquilidad– ¿ahora te dedicas a aterrorizar la tierra de nuestros padres, la tierra que te vio nacer, te educó y te amó?

–Tus discursos pueden funcionar con los estúpidos, pero no conmigo, onee-san. No vengo a hablar, sino a desterrarte, justo como tú lo hiciste conmigo.

–Yo lo hice –dijo ella con un tono más elevado– porque querías tratar a la gente como un tirano, como si ellos fueran tus esclavos –le acusó– y no vuelvas a llamarme onee-san, tú ya no eres mi hermano.

–¿Y qué importa si así es? –sonrió Lao, ignorando lo último que había dicho su hermana mayor– un rey, una familia real, está para que sea obedecida totalmente por sus súbditos. Por cierto, no tengo razones para desterrarte, bueno, sí, sólo una, ¿qué tal la venganza?

En ese momento, una figura saltó sobre él. Un enorme hombre-tigre trató de despedazarlo, pero le fue imposible. Simplemente lo traspasó. Aunque al recuperar su forma totalmente humana, Lao tenía un rasguño en su mejilla derecha.

–¡Huang! ¡Te dije que no eras tú quien debía enfrentarlo!

–Ésta es mi pelea tía, perdóname, pero sabes que debo hacerlo, no importa si ahora tiene el poder de una logia.

Lao se quedó viendo un momento a Huang, lo examinó bien y más tarde sonrió.

–¿Así que el cobarde quiere transformarse en todo un hombre? Si no eres más que un traidor.

–¡El traidor eres tú! –espetó el joven volviendo a su forma humana– si me llamas traidor por no seguirte en tus locuras, no tienes idea de lo que es lealtad. Mi tía ha sido mucho más para mí de lo que tú pudiste ser como padre.

Huang volvió a tomar su forma híbrida y siguió con sus ataques, pero a pesar de utilizar la Ambición con rasgos de armadura, no podía hacer demasiado contra su padre.

–Era de esperarse que poco pudieras hacer contra mí –le dijo Lao– aun si has podido sacar el máximo del poder de tu fruta, aún te faltan cien años para poder enfrentarte a mí. Si me hubieras seguido cuando fui desterrado, te aseguro que serías más fuerte. Kai nee-san sólo tiene miedo de ti y por ello no te ha enseñado a ser más fuerte.

Huang no esperó y volvió a atacar a su padre, pero éste pudo esquivarlo o al menos no fue dañado gracias a su habilidad. Luego, Lao lo cubrió con su viscoso ser, transformado en aquel extraño líquido y aunque el joven logró escapar unos segundos después, su aspecto atestiguaba que le habían dado una verdadera paliza, aun en su forma felina.

Cuando Huang intentaba levantarse fue detenido por su tía. No deseaba verlo pelear más, no contra un enemigo que no pudiera vencer. Ella ahora sería quien lo enfrentara; sin embargo, Xiang Kai también fue obstaculizada.

–Es mi turno de pelear, majestad –se adelantó Blaze– si no lo hago ahora, me oxidaré, así que yo me encargaré de él.
Que conste que esto lo he escrito hace ya tiempo, mucho antes de que apareciera Lao G xD
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